domingo, 5 de junio de 2011

El día en el que el Perú... explotó.

Esta será la última vez que hablo de política porque estoy más allá del hartazgo con este tema.


Hoy, día de elecciones, la gente está al borde de su asiento esperando el resultado final... Pero mi pregunta es: qué diablos esperan? Están preocupados por saber si ganó el menor de los males o si perdió el peor de los dos? Se dan cuenta que las dos preguntas son un poco lamentables?

Todo comenzó el día en el que por alguna extraña razón (radiación gamma, alineación planetaria, desayunos preparados con leche rancia, etc) la gente empezó a desprestigiar a los candidatos. Las elecciones iniciaron de forma tranquila con cierta variedad de candidatos (la mayoría con pasados "un poco" desagradables) y habían opiniones algo dispersas pero respetables. Como los números estaban algo parejos, cada candidato empezó a adoptar medidas "estratégicas" para captar votos. Castañeda se quedó calladito (buena estrategia, chochera, la repites para el 2016, ya?), Toledo insinuó disimuladamente que si la querían que todo siga "normal", tenían que votar por él. Nuestro querido y estimado PPK apuntó a la "gentita nice" (porque obviooo! La gentita nice es Lima! y Lima es el Perú!), Ollanta apuntó al resto del país (llámese la gran mayoría... sí, esa gente que vive fuera de la capital que trabaja el triple que nosotros y gana menos de la mitad, ellos) y Keiko trató de afianzarse a los pocos seguidores que quedaron luego del gobierno de su padre.*

Aún con estas estrategias, los números seguían algo parejos. Se intentaron todos los medios "nobles" para atraer votantes y no funcionó. Entonces, hay que acudir a métodos menos... "convencionales". Empieza la búsqueda de trapos sucios. Y qué hace la gente cuando encuentra los trapos sucios? Lo difunde. Y quéee pasa cuando la gente difunde esos trapos sucios? La oposición exige... venganza. "Ojo por ojo, diente por diente", etc, etc... etc.

Es algo así como la sed de sangre: la gente comienza intentando destruir a alguien, pero eventualmente empezará a destruir todo. Pierden el control de lo que hacen embelesados por la idea de "generar un cambio" o, más bien, "prevenir un desastre". Poco a poco va desapareciendo el sentido inicial y se convierten en máquinas de odio que reparten su porquería a los demás. Pasan de "pro-uno" a "anti-el otro", olvidan la bandera por la que luchaban mientras más intentan destruir la bandera de quienes los amenazan. Y todo es mucho peor cuando los fanáticos se quedaron sin bandera qué defender.

La situación en el Perú se convirtió en una campaña electoral "anti-presidente"... primera vez en mi vida que veo esto. Los que no ganaron se resintieron con los demás (que TAMPOCO ganaron) porque debieron apoyar al mismo candidato (obviamente SU favorito) para evitar una tragedia mientras los ganadores se regodeaban con su victoria temporal. Pasamos a segunda vuelta y el problema se complica: la mitad del país ya sabe quién quieren que gane, mientras que la otra mitad solo sabe quién quieren que NO gane. Lo pondré en una ecuación simple:

50% a favor de alguien + 50% en contra de todos = 100% Caos.

Llega el día de la votación y los que saben por quién votar se sienten orgullosos de hacerle un favor al país, mientras que la otra mitad se siente en la obligación de salvar al Perú de un destino "no tan trágico como si hubiera ganado el otro".

Ahora, quisiéramos o no, tuvimos que votar por uno de los dos. Anular o viciar el voto es solo otra muestra de cuán inmaduros y malos perdedores pueden ser algunos (muchos), y si votaron, espero que lo hayan hecho pensando en favorecer a uno y no en arruinar al otro.

Yo apoyo a cualquiera de los dos porque inevitablemente alguien será presidente, y como en un hogar, alguien tiene que ser la autoridad y nosotros debemos obedecerla y respetarla para poder vivir en armonía. Y si no les gusta... tienen las puertas bieeeeen abiertas....


*Nota: no culpo a nadie por elegir a un determinado candidato, haya ganado o no. Admito que tengo un poco de resentimiento como cualquiera algo "decepcionado" de la gente en este país, pero es una miserable pérdida de tiempo señalar culpables cuando ya tenemos una idea de lo que nos toca para empezar a construir.

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