martes, 27 de marzo de 2012

Hace ya un año...

365 días atrás, una persona extremadamente querida por muchos nos dejó en un giro totalmente inesperado y despiadado del destino. Mi tía Lupe, mi segunda madre, partió de este mundo en un abrir y cerrar de ojos. Desde ese entonces siempre quise hacer o decir algo por ella, pero el impacto de lo que ocurrió me dejaba sin aliento y sin voluntad. Tiempo después, días y días pensando, decidí que lamentar la "pérdida" no es lo que ella hubiera querido que nosotros hagamos. Empecé a ver las cosas de este modo:

Lupe conocía prácticamente a todos. Parecía las páginas amarillas, decías un nombre y ella lo conocía. Jamás fue una persona que se la pegaba de grandiosa (aunque realmente lo era), pero sabía y conocía lo necesario para ser alguien admirable, es por eso que gente de todas las clases, niveles y condiciones la miraban con mucho respeto. Ella fue, es, y seguirá siendo una buena influencia para todos aquellos que tuvieron la fortuna de tenerla en su vida, por más que solo haya sido por 5 minutos.

Como mi segunda madre, fue incluso más estricta de lo que cualquier persona sería, y en el fondo de mi corazón sé que lo hacía por mi bien. Las historias de mi infancia con ella son unos de los recuerdos más gratos (o graciosos) que tengo, cosas que sé que jamás olvidaré. Durante un tiempo vivió en la misma casa que yo, pude ver y cuidar a mis primos cuando recién nacieron, ahora son los más grandes del mundo, ambos con un futurazo por delante, obviamente un ejemplo de lo exigente pero dedicada que era con las personas a las que quería.

Creo que era la mujer más dedicada que jamás conocí, porque sí, lo que hacía solo se puede llamar dedicación. Pasaba horas conmigo, ya luego con sus hijos, ayudándonos con nuestras tareas, revisando que las cumpliéramos y asegurándose con su ojo siempre vigilante que jamás nos distrajéramos de nuestros quehaceres o responsabilidades. Dormía 3 horas si era necesario con tal de poder cumplir con su rutina y poder apoyar a sus hijos como fuera. Parecía estar en 10 lugares al mismo tiempo, y nadie sabía como lo lograba. Un ritmo de vida así de exigente necesariamente iba a tener ciertas consecuencias, pero como toda una super heroína, luchaba hasta que todo esté satisfactoriamente terminado.

Algo que mortificó a varias personas cuando falleció es que todos los que la conocíamos bien sabíamos sobre sus ganas de vivir. Y justamente fue esto lo que me dejó pensando. Para qué vivía Lupe? Desde que la conocí, todo lo que hizo en su vida fue velar por sus seres queridos: sus hijos, su esposo, sus hermanos, sobrinos y sobrinas, toda su familia en general, incluso se preocupaba por personas a las que conocía poco. Toda su vida la dedicó a mejorar y apoyar la vida de las personas que la rodeaban. A mi parecer, ese estilo de vida, aunque inmensamente admirable y noble, era muy exigente e injusto, pero eso fue algo de lo que jamás se quejó. Otra cosa más que admirar de ella. Le daba lecciones a todos, siempre aconsejaba a quien se lo pidiera, y aún si no se lo pedías, daba unos consejos muy buenos, te dejaba con la boca abierta, era como si supiera exactamente lo que debías hacer parar mejorar como persona.

Sus hijos, Mauricio y Paolo, son una cosa totalmente aparte, se encuentran en un nivel totalmente distinto al de todos nosotros. Les enseñó a quererse y respetarse, y les enseñó a querer y a respetar a los demás, los educó de una manera que debería publicarse en un libro y convertirse en un canon. Les enseñó el camino que deben seguir, pero como toda madre, no soltaba sus manos mientras ellos lo recorrían. Cuidaba muchísimo de su esposo Victor, hacía lo que fuera necesario para facilitarle la vida, y lo engreía cada vez que podía. Simplemente, es una mujer ejemplar, no había NADA que Lupe hiciera que no fuera digno de admiración.

Por eso, creo que su partida fue una cosa así. Dios dijo: "muy bien, gente, esta mujer se va de vacaciones. No la busquen, no la esperen, ha hecho demasiado por todos ustedes. Sus hijos han recibido una crianza impecable, hizo todo lo que estuvo dentro de sus posibilidades para ayudar a sus seres queridos, enseñó varias lecciones y dio los mejores consejos a quienes los necesitaron, ahora le toca descansar. No se desesperen, eventualmente se reunirán con ella nuevamente, pero mientras tanto, sigan viviendo tal y como ella hubiera querido que todos lo hagan: por el camino correcto, con el ánimo correcto, el espíritu en alto, y la meta siempre presente. La parte más difícil del trabajo ya la hizo por ustedes, ahora les toca seguir adelante tal y como ella les enseñó para que cuando la vuelvan a ver, le puedan decir 'gracias Lupe'."

Es por eso que yo recuerdo a Lupe con mucha alegría y su partida significa para mí la última y más grande lección de todas. La mano que nos llevaba a todos lados ya no nos acompaña, pero el empujón que nos dio nos ayudará para siempre.

Por eso a todos les digo: No tenerla entre nosotros es muy doloroso, pero solo si dejamos que el dolor supere la alegría que nos brindó y por la que tanto trabajó.

Lupe, ha pasado ya un año, cada día ha sido tan duro como el anterior, pero recordar tus enseñanzas y consejos te mantiene viva en nuestros corazones, y ese es el lugar donde verdaderamente vive gente tan grandiosa como tú.